¿Cómo nos llega en el 2020 la película:
“Los chicos de la banda”?
Por Jorgelina López.
Secretaria en APPS Género y Diversidad / Militante feminista /
Maestrando Estudios y Políticas de Género UNTREF.
Esta película producida y estrenada por Netflix, la plataforma que bien nos supo acompañar durante el aislamiento social, se estrenó a finales de septiembre. Si bien podrían decir que llegamos un poquito tarde a verla y escribir sobre la misma, nosotros nos preguntamos: ¿no llega tarde al público sudaca la obra en sí?
Nuestra investigación pasó por notas y artículos de diferentes medios, para nuestra sorpresa hasta el tan masivo Clarín le pifió con alguna data que publicó. En principio, aprovechemos y contextualicemos a “Los chicos de la Banda”. La obra no sólo se sitúa a finales de los años ´60, sino que fue escrita, actuada y estrenada en esos años. Albergada en la ciudad de Nueva York, pensada para el teatro en off de la época. Para su sorpresa, el éxito los llevó a pasar a salas para un mayor caudal de público, y a un número inesperado de funciones en crecida. The Boys in the Band (nombre en su idioma original) es considerada una de las primeras, (sino es la primera) obra de teatro en representar la vida de los gays. Sin hacerlo público, la obra no sólo reflejaba sus vidas, sino que además daba lugar a que actores gays pudieran trabajar de su oficio, interpretando papeles que le eran más representativos. A principios de los 70 la obra tuvo su versión cinematográfica con el elenco original. (Varios de los actores fallecieron por VIH/SIDA entre los años 80 y 90.)
La obra tuvo sus representaciones en diferentes países, desde México hasta Londres. En Argentina se estrenó la obra de teatro a principio de los años 70, pero fue censurada y prohibida por decreto municipal. La película el mismo año, con la misma suerte. Fue recién con la tercera presidencia de Perón que el estreno en los cines fue posible.
Pero, en lugar de ser celebrada por gran parte de la comunidad LGBT+ de esos años, fue fuertemente criticada. El FRENTE DE LIBERACIÓN HOMOSEXUAL, Grupo Eros lanza un comunicado, en donde hace un detallado análisis de la película. A modo de resumen cito el siguiente fragmento:
“Los homosexuales organizados denunciamos este nuevo intento de arrojar piedra sobre piedra, y de desalentarnos en nuestra vida amorosa y de relación, y de hacernos sentir indeseables o enfermos incurables. Nos negamos a ser idiotas útiles, cómplices de la destrucción de nuestras propias vidas. AFIRMAMOS ANTE NOSOTROS MISMOS Y ANTE TODOS LOS DEMÁS QUE LOS HOMOSEXUALES SOMOS INTRÍNSECAMENTE SANOS, Y QUE QUIEN NOS ENFERMA ES LA SOCIEDAD OPRESIVA EN QUE NOS HA TOCADO VIVIR.”
Tanto en el Grupo Eros, como en la comunidad LGBT+ organizada, se discutía cuál era la estrategia más adecuada para representar su vida, y poder dar curso así, a las políticas necesarias para luchar frente a las limitaciones sociales. La discusión se debatía entre un enfoque de vida saludable, alegre y feliz de los homosexuales, frente a la honestidad en mostrar la angustia, miedos y violencia que sufrían.
Luego de varios reestrenos internacionales a lo largo de las varias décadas, fue en el 2018, a los 50 años del nacimiento de “Los chicos de la Banda” de Mart Crowley, fue re-estrenada en Broadway con el mismo elenco que vemos hoy en Netflix. Todos sus protagonistas son abiertamente gays, por decisión premeditada de la producción.
Netflix con la producción de Ryan Murphy (así es, produce, no dirige en esta oportunidad, por más que te la re quisieron vender por ahí seguramente en varias notas) lanzan otra pieza más, pensada para un público LGBT+, que no llegamos a entender si está destinada a las llamadas “Generación silenciada”, “Baby boomer”, “Generación X”, “millennials” o “centennials”. Claramente Netflix se propuso aumentar sus historias LGBT+, muchas veces apelando a lo nostálgico, otras veces quizás por decisión de visibilizar historias necesarias, como POSE situada en New York en los ´80, o la actual versión de “Historias de San Francisco” que originalmente se centraba también en los ´80. Y cabe mencionar también, no sólo la distancia temporal, sino cultural. Argentina con su epicentro egocéntrico porteño de siempre, dista mucho de las calles neoyorkinas o de un posible “Stonewall”. Acá nuestra comunidad LGBT+ transita entre empanadas y vino en jarra, calles de arcilla, aires de quena, villas miserias, y acentos norteños. La interseccionalidad de nuestra sociedad dista mucho de la entonces vivida en el norte de américa con el movimiento de derechos civiles con Martin Luther King, mientras acá se pedía por el regreso de Perón.
Pero más allá de eso, nos preguntamos hoy:
- ¿Cómo recibimos los millennials y/o centennials esta historia tan lejana geográficamente como temporalmente? ¿O acaso no lo es?
- ¿Los problemas de la comunidad LGBT+ continúan siendo los mismo que hace 52 años atrás?
- ¿Estamos representados toda la comunidad por un grupo de varones que aparentemente lucen igual que un varón hetero-cis?
- ¿La única lucha que tenemos delante es frente al varón macho que se rehúsa a considerar que hay otras formas de amar que la heteronormativa?
- ¿No nos dedicamos a otras luchas, que quizás puedan identificarse como más sutiles, pero sustancialmente estructurales, como por ejemplo el fin del orden social sexualmente binario?
Todas estas son preguntas que se me abren a la hora de pensar en cómo llega el mensaje de una película como The Boys in the Band, a un público que casi nació con una Ley de Matrimonio Igualitario, con el relato de una crisis en el 2001, y las pantallas como extensión del brazo.
Pero cabe aclarar, para que no haya lugar a confusiones, que siempre creo en que conocer nuestra raíces, nuestra historia, y nuestra luchas, es parte de nuestra identidad, individual y colectiva. Y solo de esta manera, será posible una soberanía verdadera, una sociedad diversa pero con derechos para todes. La diferencia está, en el análisis que podemos hacer de estos sucesos.
Les invito a ver la película y a continuar generando debates en nuestras casas, nuestro trabajos y espacios, a través de producciones estéticas con contenido.
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